viernes, 30 de septiembre de 2016

PROHIBIDO PROHIBIR


Nunca se debería prohibir aquello
que no se tiene el poder de prevenir.
Napoleón Bonaparte

Los que tienen a su cargo el gobierno
cuiden de no aprobar indirectamente
lo que directamente prohíben.
Thomas Hobbes

La dictadura es el sistema de gobierno
en el que lo que no está prohibido es obligatorio.
Enrique Jardiel Poncela

Hay tres formas de lograr que algo se haga:
hágalo usted mismo, contrate a alguien, 
o prohíbaselo a sus hijos adolescentes.
M. Crane

Eso de "prohibido prohibir" es un eslogan que viene de Mayo de 1968 y soy consciente de que tuvo efectos nefastos. A partir de allí se fue enterrando progresivamente todo concepto de autoridad y se terminó legitimando la idea de que toda autoridad es sospechosa. De allí viene también la tendencia al permisivismo, al garantismo, al abolicionismo  y a todas esas modas jurídicas tendientes a restarle vigencia y autoridad al Estado y al imperio de la ley.

Sin embargo, convengamos en que – por más obvio que sea el proceso de decadencia – algo de motivación auténtica había en esa idea original.  Es que gran parte de lo que en 1968 imperaba y hoy sigue imperando como "autoridad" es, por cierto, una institución más que sospechosa. A veces esa "autoridad" no es más que el ejercicio del poder por parte de los dueños del poder del dinero. Incluso en muchos casos no es sino el poder de los incompetentes y los corruptos que medran a la sombra del poder plutocrático.

Con todo, eso no quiere decir que el concepto mismo de autoridad – tal como los romanos entendieron en su momento el de autorictas – sea algo prescindible y descartable para cualquier sociedad que desee vivir en un mínimo de orden bien estructurado. No por nada la Real Academia Española define a la "autoridad" como: "Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia". Sin una autoridad de esa índole toda sociedad humana está condenada al caos y al colapso. En 10.000 años de historia conocida, ningún experimento utópico anarquista ha conseguido perdurar. Es que, sin una autoridad constituida y operante, una sociedad simplemente no funciona. No es cuestión de una ideología política; es cuestión de la condición humana misma.

Así y todo, aun reconociendo que la falta completa de normas (o el desconocimiento sistemático de las existentes) conduce a una anarquía inviable, una de las cosas que siempre me llamó la atención es la intensa actividad que algunos Estados, como por ejemplo el argentino, despliegan para prohibir cosas. ¿Se pusieron Ustedes a pensar en cuántas cosas terminaron siendo prohibidas en algún momento u otro de la Historia Argentina de los últimos 50 años? Prohibido comprar dólares, prohibido tener más de cierta cantidad de medios de difusión, prohibido aumentar precios (salvo óbolo mediante e informal acuerdo previo con sujetos como el inefable Guillermo Moreno, claro), prohibido exportar, prohibido importar, prohibido girar dinero al exterior, prohibido despedir personal…. Si a todas esas prohibiciones más o menos explícitas le sumamos las implícitas o indirectas que no figuran en ninguna ley pero que funcionan de facto y, además, le agregamos las que todavía no imperan pero que los partidarios del control absoluto se mueren de ganas por instituir, al final llegamos a preguntarnos si no sería más fácil hacer una lista de las cosas que siempre estuvieron permitidas. Porque me temo que sería bastante más corta.

¿Tiene sentido prohibir? Bueno; algunas cosas obviamente no pueden ser permitidas aunque en eso también se dan situaciones curiosas. Por ejemplo, el asesinar a un semejante es algo que claramente no se puede admitir. Sin  embargo, asómbrense ustedes, el homicidio en realidad no está prohibido en nuestro país. Está penado, pero no prohibido. El Artículo 80 Código Penal argentino solo castiga con "reclusión (…) o prisión (…) al que matare …". Se castiga al que lo hace pero no se afirma que está prohibido hacerlo. La diferencia podrá ser algo sutil pero el Quinto Mandamiento, con su lacónico "no matarás", siempre me ha parecido muchísimo más explícito y categórico en este sentido. Aunque, claro, la cosa tiene su explicación: al Quinto Mandamiento no lo redactó un abogado… 

Pero dejando las sutilezas de lado, ¿por qué tantas leyes prohíben tantas cosas? La tendencia prohibicionista que presentan muchas legislaciones y algunas ideologías tiene una causa bastante simple: prohibir es el recurso más fácil. Así como a unos cuantos ideólogos, cuando algo no les gusta, lo único que se les ocurre es destruirlo, a muchos políticos, cuando algo no les gusta, lo único que se les ocurre es prohibirlo.

Con eso ya se sienten satisfechos y afirman que solucionaron el problema ocultando, por supuesto, que eso no es para nada así. Porque, por de pronto, hacer efectiva esa prohibición ya implica bastante más trabajo que redactar una ley. El señor legislador redacta un texto que prohíbe algo, con una sintaxis generalmente inteligible solo para abogados, y después miles de funcionarios públicos se tienen que encargar de hacer cumplir esa prohibición. Pero eso ya no es problema del político metido a legislador, por supuesto. Y ni hablemos de que muchas prohibiciones, en lugar de solucionar el problema, lo único que consiguen es crear diez o veinte problemas adicionales que antes no existían. [1] Sobre todo en un país como el nuestro en donde tenemos 40 millones de especialistas en encontrarle la vuelta a cualquier ley.

Con todo, es muy cierto que hay varias cosas que no tienen demasiada razón de ser, aunque, si de mí dependiera, yo no las prohibiría. Por ejemplo, toda la industria farmacológica y toda la medicina privada es, por lo menos en mi humilde y modesta opinión, un negocio poco menos que infame que lucra con el dolor, la angustia y la enfermedad de la gente. El que tiene dinero y puede pagar recibe medicamentos y un buen tratamiento. El que no lo tiene, que Dios lo ayude porque irá a parar a un hospital público en dónde los profesionales – que, por regla general tienen un excelente nivel académico – lo atenderán cuando puedan y con lo que puedan, porque la cantidad de gente a atender los sobrepasa por completo, el tomógrafo es un modelo vetusto que anda a las trompadas, los ascensores no funcionan desde hace años, hay que ver si el quirófano está en condiciones de admitir una operación decente, la guardia de la noche anterior fue agredida a cuchillazos por una patota y el personal se halla en huelga exigiendo mayor seguridad.

¿Cuál sería la solución en este caso? ¿Prohibir la medicina privada como algunos proponen? Háganlo y el hospital público, ya de por sí desbordado y mal equipado, directamente estallará con enfermos que resultará imposible atender. No. Yo no prohibiría nada. Todo lo contrario. Me dedicaría a construir un verdadero Sistema de Salud, público y gratuito, diseñado para los 40 millones de habitantes de todo el país, con el más alto nivel de excelencia que se pueda obtener. Negociaría durísimamente y a cara de perro con los laboratorios el precio de los medicamentos que el Estado podría en ese caso comprar al por mayor en cantidades que ningún instituto privado puede licitar y hasta me animaría a pelearme, dado el caso, con algunos de ellos para fabricar localmente varios genéricos en un laboratorio estatal. Y haría lo mismo con los demás insumos y con el equipamiento. Con una buena red de hospitales públicos en esas condiciones, la medicina privada en buena medida desaparecería sola. Quedaría reservada a quienes pueden pagar una, quizás, mejor hotelería hospitalaria pero no una mejor atención médica. Si, existiendo una red sanitaria de esas características, alguien quiere – y puede – pagar por tener una habitación con frigobar, playstation, WiFi y mucama disponible durante las 24 horas, pues allá él, que vaya y que la page. Pero el 99% de la población estaría perfectamente bien atendida y el negocio de la "industria" de la salud se habría reducido a un mínimo, sin  necesidad de prohibición alguna.

Con la educación pasa lo mismo. ¿Prohibir las escuelas privadas como sueñan con lograr algunos "trabajadores de la educación"? ¿Para qué? Yo construiría un sistema educativo público y gratuito; integral, bien diversificado en sus especialidades, muy exigente, de alto nivel, con disciplina estricta, correctamente equipado, libre de ideologismos, sin docentes "ñoquis" y libre de modas pedagógicas que han demostrado ser un fracaso total. Le pondría a ese sistema el más que ambicioso objetivo de lograr los mejores profesionales del país, tanto desde el punto de vista académico como del moral.  Y después de eso dejaría en paz a los que quieren seguir en el negocio de las escuelas privadas. Por lo menos el 70% de esos institutos desaparecería de todos modos sencillamente porque se habrían vuelto prescindibles. Solo un esnob pagaría por un servicio cuando puede obtener algo mejor por los impuestos que de cualquier manera paga, ya sea en forma directa o indirecta.

¿Acorralar los medios masivos de difusión y trabarlos con una serie de prohibiciones como pretendió hacer el gobierno en alguna oportunidad? Otra vez: ¿para qué? ¿Sólo para levantar una fenomenal polvareda con una pelea que a la larga igual ganaron y siempre van a ganar esos medios porque tienen mil vericuetos para escabullirse por las normas de una ley imposible de aplicar y mucho menos controlar sin que se produzca una catarata de juicios interminables? Es cierto que los medios masivos de difusión ejercen un enorme poder sobre la opinión de las personas y también es cierto que, en la enorme mayoría de los casos, utilizan ese poder en beneficio de intereses sectoriales y no precisamente en beneficio del Bien Común. Pero, por un lado el modelo tradicional de la acción psicológica mediática está cambiando rápidamente con la vigencia cada vez mayor de Internet y, por el otro lado, la idea de frenar una influencia que en última instancia es tan inmaterial como la opinión de la gente tratando de desbaratar con prohibiciones la estructura material que le sirve de vehículo es una idea tan infantil que uno no puede llegar a creer que se le haya ocurrido seriamente a personas adultas.

Hay una sola forma de luchar contra las campañas de acción psicológica, los operativos de prensa y la desinformación deliberada: generando medios también masivos que capten el interés de las personas y las lleven a desechar y a rechazar aquellos medios que no hacen sino distorsionar la realidad y los hechos en beneficio de algunos interesados. En otras palabras; yo no recomendaría luchar contra Clarín tratando de prohibirle o trabarle la actividad. Lucharía contra esa usina de multimedios construyendo otra mejor, robándole los lectores, los televidentes y los clientes con una programación y con contenidos mucho más atractivos y veraces. Si contara con los recursos del Estado le opondría a los medios masivos tradicionales, una serie de diarios, radios, canales de televisión, y páginas web con la misión de alzarse con la mayor parte del "rating" en una agresiva competencia, abierta y directa, en función de una mayor calidad y una mejor información. Lo que hay que hacer es barrer con el mito ese de que la "propaganda oficial" siempre es deficiente y no le interesa a nadie. Depende de quien la haga y como la haga. Naturalmente, si se quiere competir contra el profesionalismo de los grandes medios con productos más o menos amateurs y con propagandas tan infantilmente sesgadas y unilaterales como insoportablemente aburridas, ni regalando esos productos mal armados y peor expuestos se consigue la cantidad y el tipo de audiencia que logran los grandes medios. Y esto vale tanto para la prensa escrita como para las radios y la televisión; aunque en esta última el nivel general ya es de por sí tan bajo que las chabacanerías intencionales de la propaganda oficial apenas si se destacarían del resto.

¿Que todas estas iniciativas apuntadas – y podría agregar por lo menos una docena más – son muy difíciles de implementar? ¡Por supuesto que sí! Lo son sin duda alguna. Varias de ellas son tremendamente complejas y requieren todo un equipo trabajando muy fuerte para hacerlas realidad. Precisamente por eso es que los políticos profesionales optan por el muchísimo más fácil expediente de prohibir por ley lo que no les gusta.

Así, seguiremos en la mediocridad en la que estamos sumergidos hasta el día en que nos convenzamos de que la manera más efectiva de combatir lo que está mal es construyendo algo mejor.

En infinidad de casos, el prohibir no es sino ilusión y simple excusa para tratar de ocultar la incapacidad y la ineptitud.

Pero ¿qué otro recurso les queda a los incapaces y a los ineptos?

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NOTAS
1)- En los EE.UU. la llamada "Ley Seca" que prohibió la venta, importación, exportación, fabricación y el transporte de bebidas alcohólicas entre 1920 y 1933   (18a enmienda a la Constitución norteamericana, derogada por la 21a enmienda) solo sirvió para fortalecer y difundir el crimen organizado con bandas como las del legendario Al Capone y muchos otros jefes de la Mafia.



miércoles, 21 de septiembre de 2016

ALTERNATIVA


Los norteamericanos siempre harán lo correcto....
después de agotar todas las demás alternativas
Winston Churchill

Mecklenburgo-Pomerania Occidental es una provincia del norte de Alemania. Según los datos turísticos, se destaca por poseer 1900 kilómetros de costa con elegantes balnearios a orillas del Mar Báltico y playas de arena blanca, venerables ciudades Patrimonio de la Humanidad y una naturaleza imponente. A tan solo una hora de conducción al sur del Mar Báltico se extiende el mayor paisaje de ríos y lagos enlazados de Europa central. Las pequeñas ciudades y localidades que salpican sus colinas y valles, originarios de la Edad de Hielo, acogen alrededor de 2000 palacios, parques y casas señoriales., entre las que se encuentra también el hermoso e imponente castillo de Schwerin.

Pero no todo es idilio, paz y romanticismo en Mecklenburgo. Sus habitantes tuvieron siempre – con algo de razón o sin ella – la fama de ser excesivamente conservadores. Se cuenta que Bismarck habría dicho alguna vez: "Si se produce el fin del mundo yo me mudo a Mecklenburgo. Allá todo sucede 50 años más tarde." Pues esta vez quizás la provincia pueda revertir su fama y no es nada imposible que encabece una tendencia completamente fuera del programa de los autodenominados grandes líderes mundiales. Especialmente fuera del programa de la mismísima Angela Merkel.

El Castillo de Schwerin
Porque sucedió que en las elecciones legislativas provinciales de principios de Septiembre la política alemana sufrió un serio sacudón. El partido "Alternativa para Alemania" (AfD = Alternative für Deutschland) llegó en segunda posición, solo detrás de los socialistas y pasándole por encima a los demócrata-cristianos. [1] Pero ¿qué condujo a esta especie de Armagedón, o al menos a este principio del final, es decir: a esta situación en la que se hace evidente que Alemania se halla ante el cambio más dramático de sus últimos 70 años? Y en todo caso ¿de dónde y cómo apareció en la política alemana esta formación política difícilmente identificable que dice ofrecer alternativas a un país que cae en situaciones cada vez más difíciles?

Bernd Lucke
El AfD fue fundado en 2013 por Bernd Lucke, un profesor de economía política de Hamburgo proveniente de los demócrata-cristianos del CDU (Christlich Demokratische Union), el partido de Angela Merkel. Este académico – que profesaba y enseñaba la economía política desde la predominante óptica neoliberal – se distanció de Merkel justamente porque, a juicio del profesor, la política de la canciller alemana se oponía demasiado a los intereses del sistema implantado por el poder financiero internacional.  Buscaba, por cierto, una alternativa pero creía poder encontrarla en el fortalecimiento de la política económica ultraliberal. Varias docenas de economistas y juristas adhirieron al programa construido sobre estos principios, cosa que durante bastante tiempo hizo que el partido fuese conocido irónicamente como "el partido de los profesores".

Por lo tanto, al principio, el partido de Bernd Lucke construyó su estrategia política teniendo en la mira al segmento burgués ubicado en los primeros escalones de una clase media acomodada, mayormente liberal o conservadora, que se hallaba desilusionada de la manera en que Merkel estaba manejando la crisis económica. Sucedió sin embargo que, para 2014, esta estrategia básica comenzó a agotarse y el partido tuvo que enfrentar una seria crisis de identidad. La mayor cuestión a resolver fue la de decidir en qué segmento del régimen de poder político deseaban hallar un "espacio vital" para su proyecto. Los profesores fundadores y los grandes burgueses liberales propusieron prácticamente una especie de reedición del FDP [2], es decir: un partido liberal y globalista. Sin embargo los sondeos de opinión demostraron sin lugar a duda alguna que una propuesta de ese estilo atraería como mucho tan solo al 2 o 3% del electorado. De este modo es perfectamente entendible que las fuerzas internas del partido impulsaran un gran cambio de orientación que el año pasado terminó sellando el destino de los profesores fundadores e incluso el de Bernd Lucke mismo.

Sucedió que la crisis migratoria se convirtió en el nuevo y dramático elemento tematizador que produjo un cambio radical en el partido. También podría decirse que el AfD tan solo estuvo en el lugar adecuado en el momento adecuado. Porque, mientras la política inmigratoria de la canciller hacía aumentar exponencialmente el número de quienes se oponían a la misma, fuera del AfD ningún otro partido se hallaba preparado para llenar el vacío político así generado.

Frauke Petry
Bernd Lucke pudo experimentar en seguida qué significaba este cambio radical y qué destino pueden esperar quienes no son capaces de una rápida realineación: el año pasado, en medio de circunstancias dramáticas, literalmente lo eyectaron de su sillón partidario presidencial. Por lo demás, los delegados al congreso partidario hasta lo insultaron de un modo bastante duro y terminaron eligiendo a la química y empresaria Frauke Petry como nueva presidente del partido. Desde la nueva conducción partidaria quedó en claro de manera inequívoca que el AfD enfrentaría de manera frontal la política de Angela Merkel a la que calificó como contraria al interés nacional alemán. Dese entonces el AfD ha empezado a romper todas las barreras hasta ahora existentes y constituye una amenaza cierta de convertirse en el tercero en discordia en el contexto político alemán – a la par de los socialistas y los demócrata cristianos.

Lo que también parece quedar en claro es que no se trata en absoluto tan solo del problema inmigratorio. Peor todavía: la crisis etnocultural y política producida por los desplazados del Medio Oriente ha puesto claramente al descubierto que toda la estructura del poder político alemán requiere urgentemente un cambio profundo. El hecho que, apenas una década después de la II Guerra Mundial, Alemania se convirtiera en uno de los países más ricos y ordenados del mundo fue posible solo porque se sometió incondicionalmente a la superestructura globalizadora que dirige la economía mundial. Es decir: su situación privilegiada fue posible solo porque renunció voluntariamente a su identidad nacional. A cambio de esta sumisa integración, Alemania obtuvo su tan envidiado bienestar en el marco de una ordenada y prolija sociedad de consumo.

No obstante, en los estratos comunitarios profundos que regulan la auto-reproducción y renovación de la sociedad se están produciendo procesos muy peligrosos entre los cuales el más amenazador es probablemente justo el del colapso demográfico. La tasa de natalidad alemana ha descendido a niveles antes nunca vistos y, para revertir el proceso, harían falta sacrificios tan enormes que, si el pueblo alemán estuviese (hubiese estado) dispuesto a hacerlos, toda esta serie de catástrofes ni siquiera se hubiera producido. Por consiguiente, lo que el AfD está haciendo es poniendo a Alemania – y en general a toda la cultura de origen europeo – ante un brutal espejo para preguntar si hay voluntad de cambio. Un cambio sin el cual no hay chances de supervivencia.

Hoy, por supuesto, la alternativa del AfD representa, aun en el mejor de los casos, solamente una serie de hipótesis, un esquema hipotético construido en buena medida más con expresiones de deseos que con afirmaciones de hechos.

Pero el proceso ha empezado. La palabra clave, por supuesto, es "alternativa".  Y aquí es donde Mecklenburgo y el AfD pueden indicar una especie de punto de referencia mundial: porque el hecho de que hasta en los círculos ultraliberales y capitalistas haya quedado en claro que el sistema impuesto por la hegemonía plutocrática norteamericana está cerca de quedar agotado y que, por lo tanto, una alternativa diferente es inevitable, eso es algo que preanuncia cambios drásticos mucho más allá de los lugares comunes, las nostalgias y las obviedades con las que se alimenta todavía la mayor parte de la discusión política.

La tendencia hacia una alternativa ya no es una moda pasajera. El sorprendente avance del AfD en Mecklenburgo quedó confirmado apenas unos días más tarde. El pasado domingo 18 de Septiembre, en las elecciones de Berlín, el AfD volvió a emerger como una fuerza política imposible de ignorar. [3] Y simultáneamente, el mismo día y en Rusia, Vladimir Putin salía ganador y fortalecido en elecciones legislativas. [4]

Por supuesto: todas las alarmas del sistema ya han empezado a sonar. No hay medio masivo que no califique al AfD de "xenófobo y racista". Los epítetos de "nazifascista", "neonazi", "fascista" y sus diversas interpretaciones ad nauseam llueven a granel por todos lados. Pero es inútil. La "fascistización" del sentido común sólo conseguirá hacer más aceptable al supuesto "fascismo"; difícilmente logre erradicar al sentido común.

Seguramente los miembros del AfD no son los portadores de la antorcha cuya luz le permitirá a la humanidad descubrir un nuevo camino. Pero en todo el mundo la dinámica política está empezando a moverse en la dirección de las propuestas alternativas.

El AfD desde Alemania. Alexander Dugin y la Cuarta Teoría Política e incluso el pragmatismo de la Realpolitik de Vladimir Putin desde Rusia. La derecha francesa. Gábor Vona y el nacionalismo constructivo de propuestas concretas desde Hungría. El UKIP de Nigel Farage, responsable en gran parte del "Brexit" en Gran Bretaña. El complejo y a veces no muy comprensible ensamble de capitalismo socialista (o socialismo capitalista) que caracteriza a China… el mundo se está alejando del paradigma liberal y de sus dos ramas filiales representadas por el liberalismo de derecha y el liberalismo de izquierda.

Capitalismo y comunismo ya no constituyen la bipolaridad esencial de la política contemporánea.

Es hora de empezar a prestarle atención a las alternativas.

O, quizás, lo mejor sería empezar a construirlas.



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NOTAS

1)- http://www.zeit.de/politik/deutschland/2016-09/landtagswahl-mecklenburg-vorpommern-spd-gewinnt-afd-vor-cdu
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/09/04/actualidad/1473006281_617652.html
2)- FDP = Freie Demokratische Partei (Partido Democrático Libre). También conocido como Die Liberalen (Los Liberales). Durante los períodos 1949–1956, 1961–1966, 1969–1998 y 2009–2013 el partido participó del gobierno federal alemán como aliado menor.
3)- http://www.lanacion.com.ar/1939180-otro-golpe-electoral-obliga-a-merkel-a-rever-su-futuro
http://www.clarin.com/mundo/Avance-ultraderecha-reves-Merkel-Berlin_0_1652834833.html
4)- http://www.lanacion.com.ar/1939181-putin-reforzo-su-poder-en-las-legislativas